Hace tiempo ya me di cuenta que tener 20 años de vida, no es más que una suma de años. Desde hace tan poco soy quien creo ser, y tantos años los desconozco.
No por nada decidí alguna vez guardar mis diarios de vida, cartas, fotografías, etc. Cosa que mi madre relacionó con un problema de desorden y cachureísmo. En esos tiempos, recuerdo haber dicho que guardaría todos esos recuerditos para mostrárselos a mis hijos, hoy creo que soy mi propia hija.
No me reconozco en ese cuerpo, en ese corte pelela, en ese moño parado, en esa placa de frenillos. Me veo y no soy yo, es la imagen evocada de alguien que dicen ser yo.
La niña y la adolescente se pelean por tener un espacio en mi memoria, tan a corto plazo que hasta dudo del día de ayer.
Me trato de encontrar entre objetos; aquella muñeca, aquel peluche, aquel dulce, hasta en aquel programa de televisión, pero me encuentro entre objetos y no soy yo, si no una generación, pertenezco así al recuerdo colectivo y éste me pertenece, pero más bien, me lo apropio con el fin de aferrarme a algo para ser.
miércoles, 13 de junio de 2007
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